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jueves, 22 de enero de 2009

El que vuela no corre

Siempre que puedo, según el clima más que el poder disponer de tiempo (si se quiere se saca), salgo a correr para tener energía positiva para afrontar el día o para descargar la negativa al acabar el mismo. Por supuesto, la actividad física me permite también dejar descansar la mente de las preocupaciones, los problemas y las tensiones. Y me dejo llevar por la propia carrera hasta que la falta de oxigeno aprieta y siento como mis pulmones primero y, mi cuerpo después, van adaptándose a dicho esfuerzo; llegando un momento en que siento un 'pequeño placer' que más que físico es psicológico y emocional (quienes realizan alguna actividad física no competitiva saben de que hablo.
Claro que recomiendo hacer alguna actividad física aunque sólo sea andar o subir escaleras aún así también se experimentan estos 'pequeños placeres': escribiendo, leyendo un libro, escuchando música, viendo una película, mirando un cuadro, degustando un alimento, bebiendo una bebida; no sólo que te guste sino que te atrevas a experimentarlo o a dejarte sorprender. Y tiene la ventaja de que se puede hacer sin compañía. Aunque, muchas veces, compartirlo potencia dicho 'placer' pero de ésto ya hablaremos en otro momento.
Ejemplo de esto éltimo es que esta mañana estaba corriendo con la mente ya vacía, a veces también aminoro la carrera y voy mirando la naturaleza (corro junto a una bonita ribera llena de arboles), y me ha sorprendido un águila, con una presa (un pequeño ratón), volando hacia mi. En un primer momento la he observado de pasada sin detenerme pero luego he dado la vuelta para observar cómo actuaba. Al dirigirme en el mismo sentido de su vuelo ha debido intuir que podía ser un peligro y ha buscado esconderse entre las ramas de los árboles adyacentes pero cuando he llegado a su altura ha salido volando y se ha adentrado hacia el agua. Ha realizado un semicirculo y se ha vuelto a esconder unos metros más allá de dónde yo me encontraba. He vuelto a correr unos diez o quince metros hacia donde estaba escondida y ha realizado el mismo movimiento: ha salido volando en semicirculo y se ha alejado para ocultarse de nuevo entre otros árboles. En un principio he pensado que si hubiese querido darle captura (con los recursos necesarios)lo habría hecho. Y me he acercado lentamente sin emitir ningún ruido y consiguiendo llegar a su altura pero cuando he realizado un movimiento enérgico (mover las ramas más bajas) ha salido volando, cruzando el río, y llegando a la otra orilla para poder tener su 'pequeño placer' (se ha desayunado el pequeño ratón).
Y me he parado a pensar, reflexionando, que el águila me decia: "el que vuela...no corre".

¿Cuántas veces salimos corriendo ( malas contestaciones, malas soluciones, malas decisiones,...) ante las críticas, los problemas, las tensiones,...?

"Yo mañana, no vuelvo a correr,
voy a encontrarme con el águila
para poder aprender".

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