En estas fechas navideñas, intento comprender cómo familiares que no se quieren, amistades que se han frustrado, conocidos que no se saludan y compañeros de trabajo que no se soportan buscan reforzar lazos que no existen o el acercamiento que no se va a dar. Cuánta mentira, falsedad e hipocresía.
Sin embargo, aún existen algunas personas como tú, especiales, que se esfuerzan a lo largo de la vida porque el clima familiar, laboral y de amigos sea bueno y, sobre todo, para que nos sintamos queridos y aceptados. Lo tengo claro, algunos no te merecen. Y me arde la sangre porque el día que tu mueras todos dirán que eres lo que has sido siempre: una excelente persona, un líder ejemplar, un héroe que no tiene tiempo de mirarse las heridas, con un carácter de titanio. Y el caso es que lo eres hoy, pero nadie te lo dice. Lo sé, no hace falta que nadie te lo diga.
Contigo se conserva la mejor esperanza y el mejor ejemplo.