Un sábado cualquiera (bueno, cualquiera no ¡ Ayer!) seis amigos interesantes (que no interesados) quedan para dedicarse tiempo, disfrutar, relacionarse bien y sentirse mejor. Y comer juntos en el asador del embalse.
Algunos se conocen desde la universidad, y otros desde menos, sin embargo lo más importante no es desde cuándo se conocen sino su actitud para cuidar las relaciones, dedicarles tiempo, y para comprometerse en mantenerlas. Comprometerse por el placer de tenerlas.
Hoy en día con la forma de vida que llevamos (con prisa, con escasos afectos, interesada, desconfiada y, a veces, 'vacia') tiene más importancia no rendirse y tratar de mejorar las relaciones que tenemos y establecer nuevas.
Hasta ahora he puesto un ejemplo en el plano personal (nuestro círculo), que me ha inspirado para este texto, pero es que trasladado a otro plano (para mi es el mismo que el personal porque somos personas aunque, algunas veces, no lo parece), el profesional, es más grave. Quiero decir que las relaciones están deteriorandose exponencialmente (y más en la situación económica actual con un 20% de personas desempleadas por falta de trabajo) y afectará a todos si la situación dura mucho tiempo.
Sí, entiendo que pienses que no vas al trabajo para hacer amigos pero estarás de acuerdo conmigo que, sin caer en la reverencia ('efecto cortesano') ni en el amiguismo, hay que intentar crear unas buenas relaciones y, para mí, dejar de ofrecer dos caras: una en lo profesional y otra en lo personal. Y no sólo por salud, tanto física como psicológica, sino porque económicamente es más rentable: la empresa tendrá más beneficios (su principal meta) y nosotros con ella.
Comprenderlo es el primer paso para actuar porque ¿hay alguién que quiera sentirse solo?
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