Vete de dónde los héroes son señalados como traidores

jueves, 19 de febrero de 2009

No hay errores, sólo lecciones

Una conocida (la llamaré: María) tuvo una propuesta por parte de una importante empresa para mejorar profesionalmente y personalmente. María, es una persona inteligente, seria, responsable y comprometida. Estaba a gusto en su empresa aún así no acababa de llegar la deseada promoción, después de tres años y con buenos resultados, que la prometieron desde que la seleccionaron.
Para ella era una situación difícil porque si bien deseaba mejorar no quería dejar la empresa pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad. Y decidio ir 'con la verdad por delante' y decirle a su superior inmediato que tenía una oferta importante pero que si la empresa cumplia con su 'promesa' ella preferia continuar en la misma porque estaba satisfecha con su trabajo, con su equipo y con el ambiente laboral.
La dirección de la empresa decidio promocionarla (el puesto estaba vacante desde hacia diez meses) a un puesto acorde a su desempeño y competencias.

La pasada semana coincidimos en una comida que organizo un amigo común. Fué una comida un poco agridulce porque duele ver como una persona con talento y muy valida se siente tan mal en su empresa, que no con su trabajo. Ha asumido más responsabilidades pero no tiene el poder de decisión que el cargo tiene porque siempre está uno de los hijos del dueño poniendole obstaculos a cada decisión aunque esta sea la mejor para la empresa. Y lo peor es que piensa que cometió un error al no cambiar de empresa.
A todos nos ha ocurrido situaciones en el trabajo, pareja, familia, amigos,... que creemos que hemos cometido un error cuando en realidad lo que tenemos es una lección para aprender.
Lo mismo le dije a María: no has cometido ningún error y no hagas caso a todos los que te dicen, "ya te lo decia".
Aprende, aprende porque es una importante lección que incluso puedes aprovechar para cambiar y mejorar. Mejorar, primero, personalmente y después, profesionalmente.

No hay fracasos, erorres, perdidas, sólo son lecciones. Lecciones para aprender, hacernos más fuertes y, en definitiva, más felices. Y sino, preguntarles a nuestros refrescantes.

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