Lo cierto es que no entendemos por qué se desvanecen ciertas amistades. Si son falsas, bienvenido el distanciamiento y que desaparezcan de tu vida. Sin embargo, hay otras que no lo han sido. Y, tal vez, llegue un día nostálgico en que, por aquellos por los que hemos tenido un afecto personal, nos acordemos de ellos. A mí, me gusta pensar que volveré a verlos. Me gusta creer que nuestros caminos volverán a coincidir nuevamente.
La conversación con mi amigo mayor durante la sobremesa, al que no le hacía ninguna gracia ni cumplir 60 años ni los amigos falsos, y aunque le argumentaba que hay que pagar con su mismo comportamiento a la gente que trata mal a quien le ha echado una mano y estaba de acuerdo y que podía cambiar pero que no quería, me dejó el poso para este artículo: "Todos necesitamos de manos para vivir".
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