Vete de dónde los héroes son señalados como traidores

martes, 30 de agosto de 2016

A pesar de todo, mañana será otro día

 En plena Aste Nagusia de Bilbao, por la mañana, Diego estaba sentado en la pequeña terraza de la cafetería de la plaza Campuzano y ella se le acercó por sorpresa. En un principio no la reconoció y, además, iba acompañada por un hombre rondando los sesenta años que vestía como si fuese un muchacho, llevaba polo negro con un gran escudo y números grandes, bermudas rojas y zapatillas de deporte negras. Un hombre aún demasiado joven para no disfrutar de una atractiva mujer, las fiestas y la vida pero que diferente a él porque nunca llevaría a una mujer como un trofeo (era lo que el hombre transmitía). Además, su mente le decía que no podía ser.
 No podía ser porque lo que se pierde no suele volver a encontrarse. Pero, no había duda, era Francesca y seguía siendo hermosa, con estilo e inteligente. Y parecía que había encontrado al hombre que ella soñaba.


 Hace quince años, Francesca, soñaba con casarse, adquirir estatus y economía. Y parecía que lo había conseguido aunque intuía que estaba con uno de esos granujas sin escrúpulos que habían sacado tajada del pastel de la corrupción.
 A Diego le vino a la memoria aquella otra Aste Nagusia de hace quince años. Aquel kalimotxo casual en el Alisas (solía estar en las txosnas con sus amigos), cerca de la plaza del Gas y con la música de fondo de Manu Chao. Quince años después, no sabía qué fue lo vivido y qué era lo creado por su mente. Ya no sabía si "Me gustas tú" era la letra de la canción que escuchaba o era lo que pensó cuando vió a Francesca entrar con un grupo de amigos, treinteañeros como ella, al bar.
Entonces volvió en sí cuando ella fue a saludarle con un beso en la cara pero él se giró, la sonrío con picardía y la beso en la boca pero esta vez no era espontáneo ni lo sentía. Cuando se marcharon volvió a recordar.


 Dejaron atrás el ruido del Arenal y subieron hacia la plaza Moyua pasando por la plaza Circular. Eran las 8:05 de la mañana. Y la acompañaba a la parada de taxis junto al Carlton. A Diego parecía dolerle más el corazón que la cabeza (habian bebido más de lo que estaba acostumbrado) después de lo que acababa de escuchar.
- Te convendría ser más, como lo diría, más pícaro aunque solo es cuestión de tiempo. Nadie es noble siempre.
- Seré quien he sido y soy, siempre.
- Las ideas son muy bonitas con veintipocos años y aquí (tocándole la cabeza),..., pero la vida. La vida es otra cosa. Vivir es adaptarse. Sacar partido del fracaso y del triunfo.
 Y entonces, a pesar de todo,..., la besó. Mañana será otro día.